Lo vi el pasado fin de semana anunciado en una revista femenina, y no pude sino arrancar la cubierta para conservar la prueba del delito. La ventaja es que como hoy en día todo el mundo tiene página web, podrán admirar el invento conmigo y maravillarse con semejante prodigio mientras yo ahorro un escaneado: La cocinera (que cocina por ti).
En sí el invento no es nada novedoso: se trata de uno de esos aparatos que cocinan solos y que se pueden programar a una hora. Pero lo mejor (y lo más divertido) es la publicidad. Uno pierde a veces la orientación y cree que está leyendo una web sobre ciencia ficción en vez de una de electrodomésticos…
Imagínese una máquina que HABLA, LEE y COCINA
¡Wow! Por si nos parecía poco que una máquina llegara a hablar y leer, ésta además cocina. Tiemblo de la emoción, albricias. Pero ojo, que la cosa sigue:
Tan sencilla de manejar que bastará que usted le enseñe a La Cocinera aquella receta que quiere que elabore para usted. La Cocinera leerá la receta y sabrá cómo cocinarla.
La Cocinera lo sabe todo. Adoremos a La Cocinera. O sea, según dice su publicidad, si yo garabateo una receta a lapiz en un papel y la sitúo frente a La Cocinera (sólo escribir su nombre hace que me estremezca de emoción), el inteligente aparato será capaz de entenderla, interpretarla y cocinarla como dice.
¿Qué hará La Cocinera si en la receta hay términos como «cocer hasta que esté dorado», o «añadir una pizca de sal»? ¿Sabrá salvar estas ambigüedades? Seguro que sí: no hay misterio que se le escape al insuperable motor de Inteligencia Artificial de La Cocinera.
Como ya habrán supuesto, la cosa tiene truco. Un servidor no ha llamado para informarse, pero en el anuncio impreso se ve una página del recetario con un hermoso código de barras en todo lo alto. De ahí que sea capaz de leer: sólo toma el código y busca el programa adecuado. Aunque me parece un poco engañoso… yo a eso no sé si lo definiría como «leer».
Con esta explicación yo me quedo más tranquilo… me preguntaba cómo sería capaz el aparato de saber leer. Los electrodomésticos no pueden ejecutar actividades que se salgan de nuestro adorado límite computacional, y me imagino que leer, interpretar e inferir una secuencia de acciones a partir de lo comprendido es algo demasiado humano como para que lo haga La Cocinera.
Pero eso no es todo, además habla:
Si lo prefiere, una voz le guía en todos los pasos posibles, advirtiéndole si se equivoca e informándole de cada selección que usted hace, incluso le dice, de viva voz, el tiempo que resta hasta que la receta haya concluido. No se trata de un número de mensajes pregrabados sino que es apta incluso para ciegos totales.
Ah, ¿no son mensajes pregrabados? Entonces habla de verdad… lee, aprende, interpreta y habla. Y ojo, habla de viva voz. Cuidado con La Cocinera, oye. Supongo entonces que con el entrenamiento adecuado, aprendería a contar chistes, resolver problemas no computables y en el tiempo que le sobre, a calcular decimales de Pi o, por qué no, a hacer sudokus. Todo ello mientras «trabajo, descanso o me divierto».
Aunque lo mejor de todo es el precio. A partir de 522 € de nada ya tienes tu cocinera. Aunque no es caro, ni mucho menos, sobre todo por un aparato capaz de hacer semejantes maravillas y de rebasar los límites de la computación como quien baja a comprar el pan. De hecho, se rumorea que la Nasa sustituirá pronto sus equipos por cinco Cocineras trabajando en paralelo, con las que esperan poder obtener una manera de viajar en el tiempo a través de los famosos agujeros de gusano.
Si en efecto me equivoco en una de mis apreciaciones y el invento lee de verdad, habla de verdad y cocina lo que yo quiera, me retractaré tanto que me daré la vuelta.