Desde sus orígenes hasta el día de hoy, el concepto de educación ha variado muy poco. Tal vez demasiado poco. En esencia, se sigue haciendo lo mismo que hace varios siglos. Un profesor llega, los alumnos esperan. El profesor explica, los alumnos se esfuerzan por entender su explicación; y se supone que normalmente habrán de hacerlo.
Este esquema, aunque ciertamente venerable y repleto de bondades, resulta en ocasiones un fracaso. No es este el lugar para reflexionar sobre la educación en sí, pero los lectores estarán de acuerdo que la enseñanza puede tener un reverso tenebroso bastante complejo. No todo son profesores atentos y altamente cualificados… muchos profesionales de la educación no logran hacer llegar el conocimiento a sus alumnos, y esta es una situación condenada a perpetuarse. La educación convencional no es un paraíso: no es perfecta. Y partiendo de este hecho, vamos a poder aproximarnos a otras alternativas con la mente más abierta.
La alternativa más seria en la formación convencional que tenemos a día de hoy consiste en la educación a distancia, que demuestra tener resultados razonablemente bueno a pesar de haber prescindido del modelo educativo tradicional. Por otro lado, la educación a distancia requiere de comunicación a distancia, y nos encontramos inmersos en la era de la intercomunicación. Podemos pensar entonces en la tecnología como medio para llevar a cabo la educación a distancia más pura, que es el modelo utilizado, por ejemplo, por la UNED.
De hecho, desde hace unos años se apuesta por la tecnología como motor conductor de este tipo de formación, hasta ahora basado en libros y material que los alumnos compraban y en trabajos que remitían periódicamente por correo postal a su profesor. Este esquema resultaba muy caro y bastante lento, y los ordenadores permitieron en un primer momento hacerlo más accesible.
Sin embargo, el papel de Internet y la tecnología en la formación no acaba aquí: de manera paralela a su creciente utilización en el ámbito formativo, fueron incrementándose las alternativas disponibles en la interacción entre profesores y alumnos.
En principio, todo el uso que se dio de Internet en un entorno educativo estuvo reducido a páginas que servían como almacén de temas, cuestionarios, enlaces, bibliografía… en un papel de mero sustituto del papel. Sin embargo, hubo un momento en que a alguien se le ocurrió que además podía proporcionar un foro y un chat a sus alumnos y fomentar así una interacción más directa. Para animar el foro, decidió incluir algunos mensajes animando a sus alumnos a dar su punto de vista sobre la asignatura. Los alumnos respondieron y se generó un debate fantástico.
Posiblemente, sin saberlo, acabada de tener un gesto revolucionario al invertir los papeles y salir al encuentro de sus alumnos: ya no eran ellos quienes acudían desmotivados a clase a dormir: ahora tenían algo que decir, y sentían que sus conocimientos podían resultarles útiles. Con el tiempo, los alumnos estaban absolutamente enganchados al foro, y muchos se habían hecho amigos. La experiencia había sido un éxito.
Había nacido el e-learning.