Los ingenieros también lloran

Estos días la cosa anda algo tensa con la ingeniería informática. Llegan a mí convocatorias de huelga, algunas manipulaciones de los de siempre y sobre todo mucho desconcierto y miedo. Todo esto es muy complicado y abarca demasiados aspectos como para pretender analizarlos en un maldito artículo, así que con las lógicas carencias, voy a dar algunas pinceladas de lo que se podría considerar mi opinión.

El panorama de los ingenieros informáticos ha sido tradicionalmente complejo, supongo que debido a que esta es una disciplina relativamente nueva. Las titulaciones son muy recientes, y la muestra de ello es que muchos (¿la mayoría?) de nuestros profesores no son Ingenieros Informáticos. Tampoco hay un único colegio profesional donde nos agrupemos, lo cual muchos consideran un grave problema y yo considero una bendición.

Muchos de los titulados superiores gozan de lo que se denominan atribuciones que, simplificando mucho, no es más que una serie de actividades profesionales que requieren obligatoriamente la supervisión de uno de estos titulados. Por ejemplo, nadie puede abrir una farmacia sin ser farmacéutico, o instalar un sistema de comunicaciones sin ser ingeniero en telecomunicaciones. Sin embargo, y aquí donde puede haber problemas, un farmacéutico o un ingeniero en telecomunicaciones sí que pueden desarrollar software.

Precisamente aquí es donde algunos de mis compañeros reclaman una serie de atribuciones para la ingeniería informática, con lo que estoy de acuerdo sólo a medias. Por resumir mi postura, creo que es necesario que ciertos proyectos dispongan de una supervisión altamente cualificada, por ejemplo en sistemas críticos como los de los hospitales o las centrales nucleares. No obstante, para desarrollar un programa de mierda en Visual Basic que gestione cuatro facturas no creo que sea necesaria mi firma, mi número de colegiado y una bula papal certificando que esa basura cumple un pliego de requisitos que escribimos en una servilleta un viernes por la noche.

Y esta es para mí una parte del problema: no tiene sentido reservarnos atribuciones sobre actividades que cualquier ser humano con medio cerebro puede realizar con garantías, como es la programación, por poner un ejemplo. Lo siento mucho pero es más difícil programar un vídeo que un ordenador. Alguien tenía que decirlo.

En nuestro verdadero trabajo somos insustituibles. Programar lo puede hacer cualquiera. Posiblemente tomar un sistema de información, analizarlo, modelarlo, modularizarlo adecuadamente, definir las métricas de calidad y diseñar los procesos para un desarrollo con garantías lo puede hacer menos gente. Posiblemente optimizar un software de control de manera que no desperdicie ni un ciclo de máquina lo pueden hacer muy pocos intrusos de esos que dicen que hay. Posiblemente ninguno de estos intrusos hayan olido siquiera un sistema experto, un patrón arquitectónico de los buenos o un sistema distribuido. A mí mis atribuciones me las da mi cualificación.

En el otro extremo, me jode especialmente que ahora aparezca Fulano –ese que se enfadó muchísimo cuando se enteró de que en informática no enseñaban a usar el Word y que se sacó la carrera justito y en quince años– a decir que los matemáticos le quitan su trabajo de programador en chachipuntonet. En cierto modo me recuerda al pelocenicero que en vez de ir a clase prefería fumar costo y ahora se queja porque Ahmed vino nadando desde Marruecos y encontró trabajo antes que él. Es que lo raro sería que no pasara.

Las atribuciones te las das a ti mismo. Rechazando picar código en Indra durante 12 horas al día por 600 €. Estudiando duro en la carrera, aprendiendo, pensando en cómo aplicar eso en tu día a día. Trabajando como un profesional, planificando, aportando tu visión de ingeniero. Con humildad, sentándose a programar cuando hay que hacerlo, y hacerlo bien. Documentando con precisión. En definitiva, tomándote en serio a ti mismo, porque es la única forma de que los demás te tomen en serio.

Eso es algo que no podrá lograr nunca ningún colegio profesional de soplapollas ávidos de manejar el cotarro a su antojo mientras instrumentalizan nuestro miedo para manipularnos y convertirse en nuestros nuevos amos. Así que a estudiar, a trabajar, a ser profesionales y a sacarnos las castañas del fuego nosotros solitos. Igual me equivoco, pero tampoco en ese caso me asusta el mañana. Sólo sé que me encanta mi carrera y mi trabajo. Sólo sé que esto es el futuro. Sólo sé que lo mejor está por venir.

Imagen | Simpson Crazy

Actualización (7 de noviembre de 2008): Después de la confusión creada estos días con el tema de los nuevos títulos y las atribuciones, todo mezclado y revuelto entre predicciones apocalípticas, se agradece este artículo donde al menos se aporta algo de luz sobre este tema. No tiene que ver en principio con el tema del artículo pero como salió en los comentarios lo dejo aquí…