Debía de llevar ya dos años sin haber perdido una partida. Estaba jugando probablemente el mejor ajedrez de mi vida, estudiando bastantes horas y jugando muchas otras. Hasta que de repente, un día, en el transcurso de una final, me quedé totalmente en blanco. Abandonaría minutos después, tras encadenar varios errores inexplicables.
Tarrasch, que además de un gran maestro de ajedrez fue médico, habría diagnosticado un claro caso de amaurosis scacchistica o ceguera ajedrecística, enfermedad que definió como un estrechamiento concéntrico de la consciencia. En la práctica significa que el jugador pierde la visión global del juego y acaba cometiendo un error espectacular. No es un simple despiste, sino un desvarío en toda regla. Uno no llega hasta la final de un torneo y luego pierde la dama y una torre en dos jugadas así como así (ejem). Simplemente es que no ve tablero. Lo diferencio de una distracción o de un error normal y corriente porque a diferencia de estos últimos, la ceguera suele producirse por un exceso de concentración: muchas horas delante de los libros, muchas horas delante del tablero… y de repente te encuentras rindiéndote y levantándote de la mesa mientras la concurrencia se interroga en voz alta sobre cómo es posible que hayas llegado a la final.
Hay muchos ejemplos célebres de ceguera ajedrecística. Mi favorito es de una partida de Petrosian, precisamente porque tenía fama de ser un jugador increíblemente sólido, cuyo dominio del noble arte de la defensa llegó a desesperar a muchos grandes campeones. Kasparov escribió de él aquello de:
A veces la mejor defensa es la mejor defensa
Y no se equivocaba. Bueno, Petrosian jugaba contra Bronstein, y simplemente viendo el tablero se puede saber que el primero lo hacía con las blancas. Los peones del flanco derecho en diagonal, protegiéndose unos a otros, con el alfil entre líneas protegiendo al caballo que además sirve para bloquear el peón de e5 (que podía comprometer la defensa blanca), al tiempo que defiende el peón de f2 (que es el más débil de la estructura), y apoya a la dama. El caballo de d5 evita el avance del peón de b7, apoyado por las torres de b1 y b2, las cuales ayudan a defender también f2. Joder. Me dejaría matar por jugar una sola partida con tanta belleza.
Bueno, la cosa estaba como muestra el siguiente diagrama. El último movimiento de las negras había sido 35. …Cd4-f5, así que amenazaban capturar la dama con el caballo:
Y en ese momento, Petrosian decide jugar 36. Ce4-g5??, las negras responden capturando la dama y el campeón se retira. Épico. El diagrama lo he copiado de la Wikipedia, donde hay algunos ejemplos más bastante dramáticos (aunque en el fondo son divertidos).
Otra curiosa enfermedad asociada al tablero es el llamado Síndrome de Kótov, que básicamente sucede cuando, después de analizar durante un buen rato las variantes de un movimiento, mira uno el reloj de reojo, se pone nervioso y acaba jugando lo primero que le viene a la cabeza. Eso también me pasó un par de veces :-P