E-learning: aprender por Internet (y II)

Nota: Este artículo es continuación de este otro.

El e-learning supone una revolución en muchos aspectos. Posiblemente la más importante es esa inversión de los papeles tradicionales que comentaba en la entrega anterior, y que tantos beneficios ha tenido. En realidad, si uno lo piensa, no se trata de una gran revolución tanto como de un regreso a un esquema de enseñanza muy antiguo, basado en un profesor y unos alumnos muy activos e implicados, donde el docente era más un “mentor? que un funcionario gris que da clases para asegurarse un sueldo.

En la formación on-line la metodología es bien distinta. Generalmente la comunidad educativa conforma una comunidad en Internet en la que, a través de una plataforma determinada, el profesor lleva a cabo su objetivo de capacitar a sus alumnos. Esta capacitación suele desarrollarse en varias fases. En primer lugar, lo normal es que el docente deje a disposición de sus alumnos diverso material para su estudio y elaboración. Lo segundo suele ser plantear ejercicios que se realizan, generalmente, en el foro público de la comunidad. También tendrán lugar debates que el profesor planteará, se supone que con algún tipo de pregunta provocativa o afirmación dudosa. Tras la discusión de los alumnos, el profesor realizará las correcciones pertinentes.

Si los alumnos responden y se implican (lo cual sucederá en la mayor parte de las ocasiones), el proceso habrá sido un éxito. Como tareas complementarias, a veces se plantean test o el envío de prácticas. Todo ello a través de Internet, con las ventajas que conlleva.

Curiosamente, muchas personas ponen en duda la efectividad de este esquema recurriendo al argumento de que la vía ideal para educar es la presencial. Y yo les preguntaría: ¿que un alumno se duerma en clase es educación presencial? ¿que un profesor aburra a su audiencia durante una o varias horas es educación presencial? ¿estamos más presentes a las ocho de la mañana en un aula fría o una tarde frente al ordenador? En el e-learning, quizá lo más importarte es que el alumno tiene que dar un paso adelante para aprender: necesita reservar un momento, acceder a la plataforma, y allí, aprenderá. Pero el impulso nacerá, necesariamente de él, con lo cual tendrá una mejor disposición. Igual el alumno está más atento durante media hora después de cenar que a primera hora de la mañana, y aprovecha mucho mejor ese rato que una mañana de clase sin descanso. Claro que puede resultar que otro alumno prefiera otro horario. En ese caso tampoco hay problema, este esquema educativo se adapta como un guante a los ritmos y costumbres de las personas.

El esquema de educación actual está tan perjudicado por un mal que lo invade todo: el desinterés. Unido a la pasividad del profesorado o a la falta de curiosidad de los alumnos ha provocado que la enseñanza actualmente pueda llegar a significar una clase de una persona a la que sus alumnos no le importan absolutamente nada y unos alumnos que lo quieren todo hecho y no desean esforzarse.

Por supuesto hay excepciones: existen todavía fantásticos profesionales con gran vocación capaces de encender la llama de la curiosidad en el alumnado y satisfacerla con sus conocimientos. Otros, sin llegar a estos extremos, no lo hacen nada mal. Pero otros son verdaderamente inútiles.

El e-learning no se libra de estos males: muchos profesores se demuestran absolutamente inútiles a la hora de interactuar con sus alumnos por medios no convencionales. Otros carecen del compromiso y del interés suficiente como para ofrecer temas y debates interesantes. Otros sencillamente no han entendido lo que implica la formación on-line. Estos últimos son mayoría.

Tampoco esto es el fin del mundo. La formación on-line tiene, como la presencial, muy diversos problemas. Quizá el más importante es que requiere de un grado significativo de madurez por parte del alumno y del profesorado, por lo que suponemos que quedará relegado casi permanentemente a la educación superior.

No obstante, se trata de una apuesta innovadora e interesante, especialmente para las empresas o sus trabajadores, que debe ser tenida muy en cuenta en los próximos tiempos. Y como tantas buenas ideas, merece ser divulgada. En ello estamos :-)

E-learning: aprender por Internet (I)

Desde sus orígenes hasta el día de hoy, el concepto de educación ha variado muy poco. Tal vez demasiado poco. En esencia, se sigue haciendo lo mismo que hace varios siglos. Un profesor llega, los alumnos esperan. El profesor explica, los alumnos se esfuerzan por entender su explicación; y se supone que normalmente habrán de hacerlo.

Este esquema, aunque ciertamente venerable y repleto de bondades, resulta en ocasiones un fracaso. No es este el lugar para reflexionar sobre la educación en sí, pero los lectores estarán de acuerdo que la enseñanza puede tener un reverso tenebroso bastante complejo. No todo son profesores atentos y altamente cualificados… muchos profesionales de la educación no logran hacer llegar el conocimiento a sus alumnos, y esta es una situación condenada a perpetuarse. La educación convencional no es un paraíso: no es perfecta. Y partiendo de este hecho, vamos a poder aproximarnos a otras alternativas con la mente más abierta.

La alternativa más seria en la formación convencional que tenemos a día de hoy consiste en la educación a distancia, que demuestra tener resultados razonablemente bueno a pesar de haber prescindido del modelo educativo tradicional. Por otro lado, la educación a distancia requiere de comunicación a distancia, y nos encontramos inmersos en la era de la intercomunicación. Podemos pensar entonces en la tecnología como medio para llevar a cabo la educación a distancia más pura, que es el modelo utilizado, por ejemplo, por la UNED.

De hecho, desde hace unos años se apuesta por la tecnología como motor conductor de este tipo de formación, hasta ahora basado en libros y material que los alumnos compraban y en trabajos que remitían periódicamente por correo postal a su profesor. Este esquema resultaba muy caro y bastante lento, y los ordenadores permitieron en un primer momento hacerlo más accesible.

Sin embargo, el papel de Internet y la tecnología en la formación no acaba aquí: de manera paralela a su creciente utilización en el ámbito formativo, fueron incrementándose las alternativas disponibles en la interacción entre profesores y alumnos.

En principio, todo el uso que se dio de Internet en un entorno educativo estuvo reducido a páginas que servían como almacén de temas, cuestionarios, enlaces, bibliografía… en un papel de mero sustituto del papel. Sin embargo, hubo un momento en que a alguien se le ocurrió que además podía proporcionar un foro y un chat a sus alumnos y fomentar así una interacción más directa. Para animar el foro, decidió incluir algunos mensajes animando a sus alumnos a dar su punto de vista sobre la asignatura. Los alumnos respondieron y se generó un debate fantástico.

Posiblemente, sin saberlo, acabada de tener un gesto revolucionario al invertir los papeles y salir al encuentro de sus alumnos: ya no eran ellos quienes acudían desmotivados a clase a dormir: ahora tenían algo que decir, y sentían que sus conocimientos podían resultarles útiles. Con el tiempo, los alumnos estaban absolutamente enganchados al foro, y muchos se habían hecho amigos. La experiencia había sido un éxito.

Había nacido el e-learning.