Usar el sistema decimal para escribir los números no deja de ser una moda más o menos reciente que muchos consideramos del todo odiosa y repelente. Habiendo sido capaz el ser humano de inventar el sistema binario y la numeración romana, recurrir a algo tan irritantemente obvio como usar como base de numeración el número de dedos que tenemos en ambas manos supone, de hecho, reconocer que nos sigue molando la cuenta de la vieja.
Lo cierto es que 2011 no es un número que de especial juego a la hora de transcribirlo en el equivalente romano. Pero me niego a esperar 88 años para tener una excusa en condiciones, así que voy a darme el gustazo hoy mismo. Acabo de ver, además, que a Google también le ha gustado la idea de los números romanos, así que con eso me vale.
En general, casi todo el mundo sabe que no podemos escribir los números romanos como nos apetezca: todo ser humano anterior a la última reforma educativa seguramente conozca que no se puede escribir el 4 como IIII, porque no está permitido agrupar más de dos símbolos de tipo 1 juntos (hay dos tipos de símbolos en la numeración romana: los de tipo 1 (múltiplos de 10, como X, C, M…) y los de tipo 5, múltiplos de 5 (V, L, D…)). No deja de ser curioso, porque parece ser que los propios romanos preferían hacer una excepción en este caso y escribir IIII.
Hay muchas otras normas que al menos yo no conocía, o al menos no expresadas de esta forma (vilmente copiada de Wikipedia):
- Como regla general, los símbolos se escriben y leen de izquierda a derecha, de mayor a menor valor.
- El valor de un número se obtiene sumando los valores de los símbolos que lo componen, salvo en la siguiente excepción.
- Si un símbolo de tipo 1 está a la izquierda inmediata de otro de mayor valor, se resta al valor del segundo el valor del primero. Ej. IV=4, IX=9.
- Los símbolos de tipo 5 siempre suman y no pueden estar a la izquierda de uno de mayor valor.
- Se permiten a lo sumo tres repeticiones consecutivas del mismo símbolo de tipo 1.
- No se permite la repetición de una misma letra de tipo 5, su duplicado es una letra de tipo 10.
- Si un símbolo de tipo 1 aparece restando, sólo puede aparecer a su derecha un sólo símbolo de mayor valor.
- Si un símbolo de tipo 1 que aparece restando se repite, sólo se permite que su repetición esté colocada a su derecha y que no sea adyacente al símbolo que resta.
- Sólo se admite la resta de un símbolo de tipo 1 sobre el inmediato mayor de tipo 1 o de tipo 5. Ejemplos:
- El símbolo I sólo puede restar a V y a X.
- El símbolo X sólo resta a L y a C.
- El símbolo C sólo resta a D y a M.
- Se permite que dos símbolos distintos aparezcan restando si no son adyacentes.
Estas reglas explican, por ejemplo, por qué 1900 debe escribirse como MCM y no como CMM (esta última forma viola la norma de que si un símbolo de tipo 1 se repite, sólo se permite que su repetición esté colocada a su derecha). Por su parte, la regla de que los símbolos de tipo 5 no pueden estar a la izquierda de uno de mayor valor (es decir, no pueden restar) es la que hace que no se deba escribir VL para denotar 45, y haya que decantarse en su lugar por XLV. Ah, si pudiera volver atrás, me encantaría utilizar esta información para poner en un buen aprieto a mi maestra :-P.
Algo que desde luego no conocía sobre la notación romana es su aritmética. Y tengo la impresión de que operar con números romanos es bastante más sencillo que con la numeración moderna, porque se puede hacer de forma totalmente simbólica. De hecho, dependiendo de la operación no hace falta saber ni sumar. Por ejemplo, para sumar IV (4) y XLV (45):
- Eliminamos la notación «substractiva», es decir, expandimos los números expresados como resta: IIII y XXXXV.
- Concatenamos los términos: IIIIXXXXV.
- Ordenamos de mayor a menor: XXXXVIIII.
- Reducimos símbolos: XLVIV
- Lo escribimos en notación «substractiva»: XLIX (49).
Y en efecto, 4 + 45 = 49, y 49 se escribe XLIX (no IL, porque I sólo puede restar a V y a X). La resta es análoga (lo que en el lenguaje de los profesores significa «me da pereza explicarlo, pero lo preguntaré en el examen de todos modos»).
Además del introductor de este interesante sistema de numeración, el Imperio Romano es también un buen ejemplo de lo que se denomina colapso societal. No sé qué pasará en 2011, pero creo que nuestro sistema se aproxima a su fin. Sólo espero que al ocaso de este mundo siga el amanecer de uno mejor.
Ya no deseo paz. Sólo justicia. Justicia para 2011.