Todo empezó una noche de primavera. Estaba yo solo en casa, con un portátil encima de la mesa con el Norton Antivirus caducado y por tanto en peligro que reclamaba mis cuidados. Me decidí a salir por un momento de mi universo Mac y ponerme a pensar cómo iba a manejar aquella situación: el ordenador necesitaba urgentemente un antivirus actualizado.
Tras buscar entre tarrinas, fundas y más fundas de cedeses, constaté lo inevitable: no tenía ni una sola copia actualizada de ningún antivirus. Vaya situación. En ese momento me acordé de un Panda Antivirus original que tenía guardado en algún lugar… para tranquilizarles, diré que me lo habían regalado en un curso sobre seguridad informática (gran paradoja…). Lo observé con desconfianza: había tenido problemas con el viejo Panda Platinum hacía unos años… Comencé a leer la información de la caja: «máxima protección», «impide el acceso de hackers», «lo instalas y te olvidas» (esto último resultó ser cierto, bellacos).
Con tanta frase, tanta característica interesante y tantos logotipos de «mejor producto del año», pensé que tal vez no sería tan malo como las anteriores versiones… vamos, que lo mismo se habían reformado. Los requisitos mínimos me animaron: Pentium 150 Mhz. Pensé que el Centrino podría de sobra con él, así que decidí instalarlo…
Que el autoarranque se bloqueara no fue un buen augurio, pero decidí continuar… finalmente, y tras una espera eterna, logré instalarlo, validando más tarde mi flamante licencia mediante un proceso bastante poco intuitivo… Pero ya tenía mi ordenador protegido. O eso pensaba.
El primer reinicio fue inusualmente lento. Pero era el primero, así que no le di importancia. Cinco minutos clavados tardó en iniciarse el Windows XP, cuando antes arrancaba en un par de minutos. No pasa nada. Cuando por fin pude abrir el panel de control del antivirus me encontré con una interfaz de las que odio: un montón de dibujos y de parafernalia tan bonita como lenta. Acceder a cada menú era una nueva aventura. Intenté tranquilizarme y tomar aire. Configuré las opciones como más me gustó, y empecé a descargar las actualizaciones.
En todo ese tiempo no logré utilizar el ordenador (256 de RAM, 1 GHz) para nada que no fuera el #@$ Panda. Al fin, la actualización terminó de bajarse. En ese momento, el antivirus me informa de que ha ocurrido un error y que debo reiniciar mi máquina. Ese detalle me indignó hasta los topes… ¿cómo puede un antivirus exigirme el reinicio del equipo por un error interno? ¿y si no puedo reiniciarlo? ¿así me protege el nuevo Panta Antivirus + Antispyware Titanium 2006?
Me resistí, pero al final tuve que claudicar. Reseteé el ordenador con cara de pocos amigos. Esta vez tardé 7 minutos en poder usar el ratón. Me estaba poniendo de color verde. La barra de tareas de Windows aparecía a la mitad, nunca había visto nada parecido. Sin duda el programa más lento y pesado que he visto en la vida. Un virus habría perjudicado menos el rendimiento de la máquina.
Así que, ciscándome en los muertos del tal panda, me dispuse a desinstalarlo. Error. Lo intenté de nuevo. Nada… En esa situación, la información del disco comenzaba a estar en cierto peligro… Por fortuna, pronto sería fulminado por las tropas imperiales :-P. Reinicié en modo «a prueba de fallos» como administrador. Tampoco podía. Borré los archivos por las bravas, limpié el registro. Reinicié el portátil, que tardo poco más de un minuto en arrancar, libre de sus cadenas de bambú.
Y así terminó mi breve e intenso coqueteo primaveral con Panda. Estoy pensando, según voy escribiendo esto, en instalarlo en mi Pentium I a ver si de verdad funciona, tal y como promete la publicidad… es intrigante… igual es tan lento que acaba tirando más rápido… creo que voy a probarlo :-P
He aprendido muchas cosas de esta aventura. La más importante es que Panda Software no ha sido todavía capaz de desarrollar algo decente, y posiblemente nunca lo hará. También me he planteado delicadas preguntas sobre los criterios que siguen las empresas para dar sus certificaciones. Por desgracia, todas mis conclusiones están llenas de palabras malsonantes e improperios diversos, así que me voy a morder la lengua antes de decir que me encantaría ver la cabeza de ese maldito panda separada del resto de su cuerpo.
Pero la publicidad no engañaba: «lo instalas y te olvidas». De volver a usar tu ordenador, se entiende.