El incendio magnífico que quiero provocar

Calculo el incendio magnífico que quisieron provocar. La hoguera terrible, necesaria y fallida con las astillas de tronos y confesonarios. Considero el sueño tenaz al que dedicaron sus vidas, el modo de perseguirlo, de inmolarse en él. Imagino la inteligencia, el coraje, el rencor, la desesperación con que esos tres hombres, y cuanto simbolizan, pusieron el viejo mundo patas arriba, abriendo las puertas a otro. Y pienso también cómo lo mejor del sueño se pudrió en contacto con la puerca condición humana, y cómo la aventura de la esperanza acabó en bufonadas grotescas, traiciones infames y estériles carnicerías sangrientas; en la mentira y el cinismo de gánsters convertidos en dictadores sin escrúpulos, en la estupidez suicida de las masas incultas, en el callejón sin salida donde los canallas oportunistas y demagogos, todavía un siglo después, en nuestras barbas, siguen destruyendo lo más noble, osado y libre que late en el ser humano.

– Arturo Pérez-Reverte, Tres hombres peligrosos

Siguiente, siguiente… ¡ah!

Dos reflexiones muy interesantes en torno a lo mismo: la primera sobre los programas que se toman demasiadas confianzas…

Con esta moda, uno va a instalarse los drivers de una WebCam y termina con la barra de Yahoo Search, con el iTunes, con el QuickTimes, con el Skype… todo de una sola tacada… y un PC que antes tardaba en arrancar un minuto, ahora tarda tres minutos.

Y la segunda, sobre el concepto de «siguiente siguiente siguiente» y sus problemas:

Es la cultura del no leer la que tenemos que combatir. Pero no solo en los asistentes de los programas de informática, sino en muchas otras situaciones: cuando alguien va a pedir un crédito, cuando alguien va a votar, cuando alguien va a comprarse un PC, cuando alguien va a comprarse un coche, cuando alguien va a tomarse un medicamento, cuando alguien va a contratar una línea telefónica… la gente se ha acostumbrado a firmar cosas sin leer.

Leídas en Al otro lado del mostrador.

La ignorancia es la fuerza

El otro día asistí atónito a una escena de Operación Swordfish en televisión, y me acordé de algo que leí hace un montón de años en la revista @RROBA, que en tiempos era una publicación sobre seguridad bastante interesante. No tengo ni idea de cómo habrá evolucionado –pero creo que lo intuyo–.

A lo que iba. El artículo en cuestión, de Paul Brown, se titula «La ignorancia es la fuerza«, y se refiere al desconocimiento generalizado de la tecnología. Hoy lo recupero para publicar aquí una parte que me parece especialmente delirante.

[…] Una de mis áreas favoritas de estudio a este respecto son las películas de hackers que nunca cesan de asombrarme.

Tomemos el caso de La Red. En la cual, a pesar de su título, casi nada de lo interesante de la acción ocurre en la red del título. Asimismo aprendemos que los virus tienen un interesante interfaz gráfico. La pregunta del millón es ¿Cuándo aprenderán los señores guionistas que el momento más terrorífico con el que se enfrenta un usuario es cuando se enciende el ordenador y la pantalla… se queda en blanco? Vamos, que no hay nada peor, bueno si, tal vez enfrentarse a un escueto mensaje en el que se nos informa que el disco duro C: no contiene sistema operativo alguno, que por favor insertemos el disco de arranque.

En Operación Swordfish el espectador atónito asiste a la increíble proeza del hacker que consigue reventar el algoritmo RC5 de 128 bits de la RSA en 45 segundos mientras se le realiza una felación y se le apunta con una pistola a la sien. esto es una de las cosas que no se recomiendan intentarlo en casa… a no ser que se disponga de un cluster de varios centenares de superordenadores, te sobren cuatro o cinco meses para que se pongan a ello y puedas controlarte todo ese tiempo.

Sin embargo, mi película de hackers gilipollas favorita (la película, no los hackers; bueno, eso es también) es sin duda y precisamente, Hackers donde se pueden escuchar las inmortales líneas:

Kate: es demasiado máquina para ti.
Dade: tiene una velocidad de refresco alucinante.
Kate: Chip P6. Tres veces la velocidad de un Pentium
Dade: sí. Pero no es sólo el chip, tiene un bus PCI. Pero eso ya lo sabías.
Kate: efectivamente. La arquitectura RISC lo va a cambiar todo.
Dade: si. RISC está bien.

Si alguien alguna vez confundió el tocino con la velocidad, ése fue el guionista de Hackers. Es como si para investigar el asunto se acercó a la sección técnica de la biblioteca pública de su barrio y le echo un vistazo a los lomos de unos cuantos tomos:

Guionista: [silbeando a medida que lee con el dedo]
«In-tro-du-cción-a-la-Ar-qui-tec-tu-ra-RISC. Mola, este me vale.
Im-ple-men-ta-ción-del-bus-PCI. Este también. Ya he acabao».

El problema más común de los que escriben y dirigen en Olibú es que, aparte de no tener ni puta idea de nada, la tienen mucho menos de ordenadores y de hackers, lo cual da pie a no pocas mezclas de churras con merinas.

Teletrabajo

Sí, sigo a tope pero va quedando menos. Espero que a todos os vayan bien los exámenes, y que los que estéis de vacaciones lo disfrutéis (malditos).

Trabajar desde casa es el sueño de muchos españoles. Poder hacer una hoja de Excel en gayumbos, eso no tiene precio.

– Andreu Buenafuente, Como iba diciendo.

?nimo, que es viernes…

Eh, podías poner un foro

Llevo un rato tratando de escribir una introducción a esto, pero sencillamente no me es posible. Así que aquí lo dejo… el autor no desea que publique su nombre (y la verdad es que no me extraña xD).

¿Un foro? ¿Me quieres decir para qué coño necesito yo un foro? Un foro sólo vale para que se te llene de imbéciles preguntando tonterías y para que los cuatro que les responden se pongan unos avatares enormes y unas firmas con imágenes y animaciones de medio mega. A los cuatro días empiezas a tener problemas de transferencia y te acabas comprando un puto servidor dedicado para que esos malditos frikis sin amigos charlen a gusto de tonterías y escriban gilipolleces todavía más grandes. Luego un día expulsas a uno y encima el malo eres tu. Bueno, ¿entiendes ahora por qué no quiero un maldito foro?